
Se posa sobre una roca,
la arena golpea en conjunto con el viento,
las dorsales y laterales de su cintura.
Mulata y morena,
con el sol como testigo del paso del tiempo.
Se grita y se calla,
todo en un mismo movimiento.
Camina por encima de los caracoles,
aunque los pisa con delicadeza, ella sabe que roba vida a cada suspiro.
Mira el horizonte,
y no le importa,
tampoco la luna ni las estrellas,
nada de eso.
De que le vale mirar pa’ arriba,
si lo que la sostiene de abajo es nada.
Va la negra por la playa que algunos se atreverían a mal llamarla paraíso.
Va y viene sin destino fijo.
El veneno y la humildad, transitando un camino en común.
El horizonte, la soledad,el sol y la negra.
La playa.


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